Editorial:
Museo Nacional de Colombia

Autor(es):
Portela Guarin, Hugo

ISSN:
ISBN 958-8052-88-2

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En las escenas culturales donde el ser humano está presente como su actor, se pueden develar varios niveles de análisis. Uno, el habla y tal vez la escritura como actos dinámicos y observables a través del diario ritual de la cotidianidad y la cultura material que recrea y amplifica el quehacer de dicha cotidianidad. Otro nivel tiene que ver con los principios semánticos inconscientes que estructuran el habla, que a la manera de un código no verbal moldea una ética cultural del comportamiento cotidiano en consecuencia con la cultura material. Es posible distinguir entre cosmovisión a la manera de un código ( modelos para la conducta) y los rituales de la cotidianidad con toda su parafernalia ( los modelos de la conducta)

Ubicándonos en esta perspectiva, cuando nos acercamos a las escenas culturales de la vida cotidiana de los grupos socioculturales, nos encontramos realmente con sistemas coherentes de comunicación simbólica, donde los hombres, mujeres, niños y niñas se convierten en emisores, nosotros en receptores, y la cotidianidad ritualizada con su parafernalia, la cultura material -artefactos-, en el vehículo, en el "mensaje". Además con la gran posibilidad de establecer diálogos con los emisores que nos permiten aproximarnos al sentido de sus mensajes desde la cosmovisión que los subyace.

Cada escena en la diversidad produce sentidos culturales diferentes en concordancia con los principios semánticos inconscientes que estructuran el habla, y que tienen relación directa con la forma como se construye el cuerpo humano como instrumento de conocimiento, vehiculizando así una particular visión del mundo, que a la manera de una ética cultural moldea el comportamiento de los individuos, entre los individuos, con el medio ambiente y con la diferencia cultural en el diario y difícil camino -en la mayoría de los casos - de sobrevivir, más que de perdurar, que era la característica cuando la  presencia de las tradiciones estaba más vigente, así como las fuerzas étnicas que permitían una mayor cohesión en el juego de las relaciones interculturales. _

El trabajo etnográfico se encamina entonces a establecer los sentidos reales en la diversidad cultural. La actual dinámica de los procesos e investigación en este campo han exigido un cambio de mirada y de acción. Ya el “otro" no es ese ser cultural pasivo, objeto de investigación, y tampoco el investigador es aquella persona ausente de su ser y su sentir en pro de la no objetividad científica [...]

[...] Reflexiones que invitan a reemplazar el “cuarto frío” de la cultura, por la naturaleza viva de la cultura, que permita sentirla, tocarla, vivirla y, sobre todo, construirla.