Se comparte que la epidemiología se sitúa en una posición privilegiada para identificar las necesidades de la población en materia de servicios para la prevención de la enfermedad, promoción y protección de la salud, al estar encargada de la identificación de los problemas de salud -los más frecuentes en una sociedad- y de los factores que intervienen en su comprensión y explicación, de tal manera que se ha establecido en centro de responsabilidad de las políticas de salud pública.

La epidemiología a través de su historia ha hecho rupturas epistemológicas que le han permitido superar visiones donde se asumía la enfermedad como fenómeno biológico, como desequilibrio funcional y estructural del orden natural en el individuo aislado; donde lo colectivo era la suma de personas enfermas y la cuantificación la única posibilidad de "descripción" de estos fenómenos; donde la enfermedad era vista como el único enemigo a erradicar y donde la educación era uno de los instrumentos para tal fin, al fomentar los cambios en los hábitos higiénicos.

La epidemiología ha alcanzado grandes desarrollos en su construcción como ciencia social conducente a entender los fenómenos de salud y enfermedad más allá de los hechos biológicos, calificándolos como hechos socio-culturales e históricos en el nivel de las representaciones y valoraciones; estimando que el ser humano se enferma o se siente sano en un contexto de relaciones de representaciones sociales que construyen y recrean permanentemente su biología y su cuerpo humano.

No obstante los avances teóricos de la epidemiología, todavía no ha logrado permear los diferentes ámbitos institucionales de salud. Hoy es posible encontrar un buen número de profesionales en los equipos de salud que desarrollan actividades de planeación y acción en el marco de lecturas epidemiológicas bajo el paradigma bio-clínico, tal vez por la presión del Sistema Institucional de Salud, o por sus convicciones ideológicas y políticas, o por la presión del personal que solo concibe la consolidación del acto médico en las recetas médicas; decisiones enmarcadas dentro de un proceso de medicalización -monopolio del sector de la salud- que continúa pensando la enfermedad como experiencia individual y biológica a la que se aplican los criterios terapéuticos impuestos por la medicina.

Se encuentran equipos de trabajo en salud que -ante la rutinaria experiencia asistencial, lo repetitivo de los diagnósticos, y el poco impacto de los tratamientos- sienten la necesidad de reflexionar sobre el acto semiológico para repensar sus acciones terapéuticas; sin embargo, no encuentran las formas para aproximarse a la comprensión de las representaciones que sobre salud y enfermedad tienen los miembros de las comunidades y que como insumos contribuirían a cambiar sus miradas; éste es un obstáculo mayor (1)

También hay grupos con tendencia a la epidemiología social que intentan superar la visión clásica multicausal, pero no lo logran del todo, porque parten de los diagnósticos elaborados a partir de la clasificación de enfermedades según manifestaciones; es decir, a partir de las consecuencias de las enfermedades centradas en el individuo como realidad biológica (2) y sin tener en cuenta su proceso histórico con experiencias cargadas de significaciones, interpretaciones y explicaciones.

Notas.

(1) Raymond Massé (1995) afirma que estas representaciones en el ámbito de la subjetividad humana y la cultura, en el conjunto de la investigación epidemiológica, es vista por los especialistas como "una caja negra", y ante el mal equipamiento teórico y metodológico para procesar su contenido, prefieren ignorarla o enviarla al cuidado de otros para que demuestren el rol que la cultura puede jugar en el universo de la salud y la enfermedad.
(2) Aunque se procuran evidenciar características diferentes para lo sano y lo enfermo, se mantiene como obstáculo de conocimiento la objetivación de lo visible y lo medible, que conduce a la dualidad normalidad-anormalidad. El ser humano es imprevisible, y con frecuencia sus manifestaciones tangibles transgreden los cálculos más estudiados, y los comportamientos mas esperados, además atribuyen un sentido a su enfermedad, más allá de las sensaciones corporales donde combinan el orden de la objetividad con el de la subjetividad.