En las comunidades existen conocimientos a la manera de hilos invisibles que propenden por la cohesión de sus miembros, mantienen estructurado el tejido social, y ofician como fuerzas entrópicas que dan mucha fortaleza intraétnica; por su naturaleza no son reconocidos por los otros y tampoco es luchada por las comunidades para su reconocimiento; es de resaltar que son determinantes a la hora de la interacción entre sociedades. La fortaleza de esta invisibilidad es posible inquirirse en la profundidad de los conocimientos elaborados sobre la naturaleza y en la cosmovisión que es colectivizada mediante el chamanismo por los viejos hombres y mujeres de gran arraigo en la memoria y la tradición socializada; saberes que son complejos para su traducción y de difícil comprensión, que no son objeto de la regulación más allá de sus sociedades, pero circulan vitalmente por la cultura.

En la esfera del Estado estos saberes no se ven como conocimiento; y las prácticas de chamanes y curanderos, -con el apoyo en las ricas parafernalias vegetales y animales sustentadas en las milenarias estrategias de conocimiento-, en más de una ocasión se han contemplado como prácticas delictivas y en ocasiones atentatorias para la salud pública.

Estas argumentaciones nos llevan a preguntarnos ¿Qué saberes se exponen a la hora de las negociaciones, interacciones, acuerdos, “diálogo”?, ¿Qué saberes no se exponen, no obstante su invisible fortaleza y presencia? Interrogantes que permiten reiterar, ¿Qué se entiende por diálogo, y qué no lo es?, ¿Se podrán considerar como expresiones de diálogo: la negociación, el pacto, la alianza, la unión, la asociación, el convenio, la avenencia, el concierto, el acuerdo, la transacción ?

Amerita gran cuidado no confundir la participación y la intervención con el diálogo; porque una de las características de éste es lo cualitativo con resultados de consenso, donde juegan un rol importante las concepciones culturales que se evidencian a través de sus expresiones lingüísticas, el sustrato espacial y el simbolismo que contextualiza y es inherente a la comunicación oral; de tal manera que el diálogo se aleja por las imposiciones, por el peso cuantitativo de un postulado sobre otro, y en este caso no hay una relación de saberes porque lo que se produce es una relación de poder.

¿Cuáles son los espacios donde se dan los diálogos en la política, los diálogos de los saberes, y cuáles son sus componentes condicionantes? La experiencia colombiana informa de cuatro campos donde se han implementado experiencias de colaboración entre saberes: la antropología jurídica, la antropología médica, la etnoeducación, y la etnolingüística; pero en los campos conceptuales del territorio y la biodiversidad donde se compromete profundamente la cosmovisión de un pueblo, no hay sido posible dicha colaboración porque las iniciativas para abordarlos se promueven desde fuera de las comunidades, desde una lógica que busca canalizar sus potenciales hacia las necesidades del capital y no hacia las necesidades de la sociedad.