Hay utilización y combinación de varios saberes y prácticas médicas tanto por las personas enfermas como por los diferentes agentes de salud. Es el complejo resultado de adaptaciones o discontinuidades que a los primeros les permite mantener o no elementos que definen las identidades culturales de las poblaciones, y a los segundos les permite la reconfiguración de componentes de eficacia simbólica en medio de una dinámica de ajuste y desajuste, de incorporación de nuevos elementos que aporta la globalización con sus valores de progreso y cientificidad en distintos aspectos de la vida cotidiana, entre ellos la salud.

En realidad se trata de un proceso múltiple o plural, a veces con elementos fragmentados de representaciones, diagnósticos y terapéuticas de diferente procedencia cultural, pero que a la vez se van construyendo o integrando en nuevas prácticas culturales alrededor de la salud y la enfermedad. El discurso de los sabios y curanderos es permeado por los discursos de la biomedicina, las medicinas alternativas, pero también de las medicinas caseras. De otro lado, en el campo de la salud institucional su personal se siente impotente frente a la influencia de los otros saberes y prácticas de salud que usa la población que demanda sus servicios médicos, y se presenta un desbordamiento respecto a los límites del conocimiento rigurosamente positivo, en un juego de poder que en ocasiones los obliga a incorporar elementos foráneos en procura del reforzamiento de las eficacias simbólicas.

Ubicados en el ámbito de las personas, es posible prever que en el transfondo de sus itinerarios en busca de solución a los problemas de enfermedad, se encuentran universos simbólicos en comunicación intercultural, resignificaciones permanentes que descodifican y recodifican los eventos orgánicos y no orgánicos de los cuerpos, también con sus deseos, pasiones y trabajos.

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El recorrido de los itinerarios terapéuticos de las personas está precedido de formas de clasificar las enfermedades y sus causas -al menos de parte de ellas-, en correspondencia con las diferentes concepciones sobre el cuerpo, la salud y la enfermedad, que a su vez se cruzan unas con otras. ¿Por qué se recurre primero a determinado agente de salud y luego a otro?, ¿O simultáneamente a dos campos de saber y prácticas curativas distintas?, ¿Que tienen que ver estas opciones con el contexto de comunicación intercultural permanente entre universos simbólicos diferenciados sobre el cuerpo, la salud y la enfermedad?.

A las anteriores preguntas podríamos agregar: ¿Cómo están construidos estos saberes y prácticas curativas, qué tipo de conocimientos constituyen y cómo podemos acercarnos a ellos para establecer relaciones fructíferas en el campo intercultural?, ¿Cuál es la eficacia en procesos de cambio, o por fuera de los grupos que producen estos saberes?, ¿Cuáles son sus procesos de reproducción -las transformaciones, formas mestizas, aprendizajes, apertura de nuevas modalidades, etc.-?, ¿Cómo participan los saberes y prácticas curativas en la dinámica de creación, fortalecimiento o debilitamiento de las identidades?, ¿Cómo se enfrenta el surgimiento de nuevas enfermedades en contextos de nuevas relaciones sociales?, ¿Cómo están ingresando otros saberes en el mercado, que tipo de poblaciones los utilizan, y cuales las estrategias de relación dentro de la globalización y los procesos de desarrollo que ella sugiere?