Hoy en Latinoamerica existen y circulan diversos saberes y prácticas médicas, las personas expresan ideas y pensamientos -"propios"- que comparten con otros miembros de sus comunidades, en otros casos reciben influencias de variadas procedencias, incluso foráneas, que son reelaboradas a partir de experiencias propias y cercanas en dinámicas que dan cuenta de una inserción de lo rural en lo urbano, de lo urbano en lo rural, y de lo global en lo local, en una convivencia de temporalidades históricas diferentes.

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Cada comunidad, y en ella, cada individuo construye su universo problemático, establece la escala de valoraciones sobre la gravedad y la repercusión de los síntomas de las enfermedades para la persona y la sociedad, pauta las reacciones -individuales, sociales o colectivas- con respecto a las problemáticas, así como las estrategias de solicitud de apoyo con respecto a sus "propios" recursos o a los recursos formales de salud -saberes, prácticas- . Toda esta complejidad se encuentra ligada a las características socioculturales de la comunidad y a las condiciones macroscópicas del contexto (sensu Corin, Bibeau, et. Al: 1990). En consecuencia, los problemas de salud tanto físicos como mentales y sus riesgos, no pueden ser comprendidos por fuera de las condiciones de vida de las personas.

Complejidad y diversidad cultural que en el caso de Colombia no ha logrado ser conceptualizada y operativizada de una manera clara en la legislación que sustenta la política sectorial de salud, todavía no se logran identificar, reconocer e incorporar los aportes de la diversidad de saberes sobre la salud y la enfermedad de las culturas en programas integrales de salud, y menos aún se aprehenden sus realidades sanitarias en una visión integral.

Continúa la inercia de una corriente epidemiológica que piensa que el soporte de la política y la acción en salud es el perfil epidemiológico resultante de un promedio estadístico como único recurso de valoración de los procesos sociales que tiende a caracterizar y homogeneizar las diversas manifestaciones de enfermedad que se expresan en la diversidad cultural; es decir, todavía se mantiene la medición "objetiva" de los problemas y necesidades de la población como estrategia importante para hacer propuestas de programas de salud "adecuados". Es sorprendente constatar cómo se vuelve a caminar por los mismos senderos del fracaso de muchos programas de salud estatales y no gubernamentales; además, la población es obligada a adaptarse a los programas institucionales de salud (1), cuando deberían ser éstos los que permitieran dar cabida a las diferentes expresiones de los procesos de salud-enfermedad.

(1)Se tiene el ejemplo del P.O.S. (Plan Obligatorio de Salud) uno de los instrumentos de Seguridad Social promulgado por la ley 100 de 1993, que reglamenta las normas y procedimientos para proporcionar servicios de salud a las personas. Este fue elaborado basándose en la posible gama de enfermedades que puede sufrir una persona, y podría decirse que para poder recibir los servicios de salud la gente solo puede enfermar de aquellas que fueron contempladas en dicho plan; por eso es común escuchar "mi enfermedad no estaba dentro del P.O.S.", de ahí las innumerables tutelas que ha interpuesto la gente para demandar atención en salud.

Bibliografía

Corin, E. Bibeau G. et Al. (1990) Comprendre pou soigner autrement. Les presses de l'université de Montréal. Montréal.