Morovik y Biomedico

Reseña del Libro.

Se registra un panorama del libro informe de investigación: “LA EPIDEMIOLOGÍA INTERCULTURAL, argumentaciones, requerimientos y propuestas”, producto del proyecto permanente de investigación sobre las “culturas de la salud” que realiza el grupo de investigación ANTROPOS desde el año 1984.

A partir del análisis de registros etnográficos aporta a la construcción de una epidemiología intercultural importante soporte para las políticas de salud en la perspectiva de la interculturalidad y no de la multiculturalidad que enfatiza y promueve la diferencia. Pone en evidencia potenciales teóricos y metodológicos de la antropología y la epidemiología, que al desarrollarse en perspectiva interdisciplinaria posibilitarían, para la construcción de una epidemiología intercultural, la aproximación integral a las concepciones, representaciones, prácticas de la salud y realidades sanitarias como centro de atención.

COEXISTENCIA DE CULTURAS DE LA SALUD (2)

No es novedoso afirmar que en América Latina las sociedades son pluriétnicas. En cualquier esquina de alguna de nuestras ciudades no es extraño ver espontáneas reuniones de personas procedentes de diferentes grupos socioculturales que se saludan preguntando por el bienestar de sus familiares. De esos conversatorios es posible revelar diferentes interpretaciones de los procesos de salud y enfermedad cuando conversan alrededor de la hipertensión, la diabetes, las enfermedades respiratorias, entre otras, y sobre los malestares asociados a la menstruación, embarazo, parto y puerperio. Las variadas interpretaciones de narradores de diferentes procedencias dejan en evidencia: a) que hay una popularización del conocimiento bio-médico que influencia a buena parte de la población - independientemente de características socioculturales, académicas y socioeconómicas - gracias a la circulación de información en los ámbitos de la relación agente de salud institucional-paciente, de la educación en salud, de la educación formal, y de los medios de comunicación, b) que en la sociedad hay presencia y circulación de diferentes conocimientos y prácticas asociadas a sistemas médicos (2) o culturas de la salud pertenecientes a las diferentes tradiciones de indígenas, negros, mestizos y rom, y c) cada vez hacen más presencia las llamadas “medicinas alternativas” (3).

Al revisar etnografías sobre diferentes grupos socioculturales existentes en el mundo, se leen experiencias que dan cuenta de la coexistencia - en la vida cotidiana de sus miembros - de diferentes representaciones sobre la salud y la enfermedad con sus respectivas prácticas y procedimientos pertinentes para restaurar la salud y el bienestar individual, familiar y colectivo.

Un ejemplo paradigmático puede ser el siguiente: la cabecera de la parturienta que se convierte en los momentos previos al trabajo de parto en el lugar de reunión de personajes: allí podrían encontrase, médicos, hermanos, hermanas, padres, familia extensa, parteras y amigos; además, con ellos llegan ayudas como baños de aguas, dietas calientes, rezos y hasta exorcismos; es la escena donde la sociedad hace emerger a sus diferentes actores que simbolizan todas sus fuerzas, desde los poderes oficiales de la ciencia hasta los “ecos turbios” de las tradiciones mágicas, pasando por las relaciones de afecto, de interés o de alianza que recorren las redes de la parentela. Esta escena dice mejor que cualquier otro discurso de la  diversa realidad en una sociedad, allí se ponen al desnudo los hechos a menudo enmascarados, surgen creencias latentes, las elecciones en otra parte inexpresadas que auscultan no a la mujer pero si al grupo de relaciones que se establecen en torno a ella. Es la sociedad toda entera que se ausculta, como el médico que al examinar una estrecha zona del tórax se propone oír el golpe de la vida más allá del ritmo del corazón (Benoist, 1993).

El ejemplo da cuenta de una escena local pero también global que recrea el fracaso del proyecto moderno de la medicina “institucional” (4) por imponer el paradigma occidental de salud mediante programas educativos y asistenciales. Hoy en Colombia y varios países de Latinoamérica existen y circulan  diferentes culturas de la salud, en unos casos haciendo parte intrínseca de las cosmovisiones tradicionales -“propias”-, y en otros influenciándolas -foráneas-. Esta dinámica, además de dar cuenta de la inserción de lo global en lo local, también informa de la inserción de lo rural en lo urbano, de lo urbano en lo rural en una convivencia de temporalidades históricas diferentes - en Latinoamérica coexisten temporalidades mezcladas de premodernidad, modernidad y postmodernidad - que contra los pronósticos no han logrado la homogenización cultural, al contrario, demuestran una marcada organización de la diversidad y no una réplica de la uniformidad como lo diría Hannerz (1990:237)

Las culturas de la salud en el contexto de la sociedad occidental y de la postmodernidad (Freitag, 1986) se podrían clasificar en dos grandes grupos: las “medicinas hegemónicas” y las “medicinas subalternas”, éstas últimas incluyen los saberes “propios” - indígenas, negros, mestizos, rom - y los de tradiciones del Viejo Mundo - acupuntura, homeopatía, terapia celular, entre otros -. Cada uno de ellos se identifica con el mismo proyecto de aliviar los males y a veces de curarlos.

En la historia se registran versiones que dicen que desde siempre las personas han acudido a métodos de curación inusuales para completar o sustituir los convencionales, y recurren a ellos a veces abiertamente pero generalmente con discreción, de tal manera que la mayor o menor reserva depende de la manera en que las instituciones oficiales han calificado los enfoques no convencionales y las concepciones que los sustentan.

En el creciente empleo de variedad de culturas de la salud con enfoques paradigmaticos diferentes se evidencia el interés por regresar al uso de las fuentes y materias naturales, en lo que ha sido denominado por los ortodoxos como ambiente neo-anticuado, y en este contexto surgen entonces las siguientes preguntas, ¿ Cuales son las razones que llevan a una persona enferma a explorar alternativas de salud por fuera de su cultura de la salud o de la medicina convencional?, ¿Será la no credibilidad en las culturas de la salud o en las medicinas convencionales la que lleva a optar por otras medicinas y otros cuidados?, cualquiera sea la respuesta, lo claro es que las personas buscan asiduamente alivio a sus males en un recorrido (itinerario) por las diferentes prácticas médicas.

Los criterios de búsqueda y selección de saberes como alternativas médicas, por parte de las personas enfermas, están precedidos de averiguaciones sobre sus eficacias. Generalmente las búsquedas se encaminan a partir de preguntas como “¿Qué tan efectivos son los tratamientos?”, “¿Las personas que dicen curar, curan de verdad?”, y como estos, otros interrogantes con interés en la eficacia. También en su intención se aprecia una ascendencia sociocultural que reconoce “sus saberes” - los  “propios” o de la tradición cultural- como verdaderos y eficaces, y cuestionan los “ajenos”.

Para ser abordadas requieren de un acercamiento desde la concepción de “proceso intercultural”, con la salvedad que éste, como dinámica, ha acompañado el desarrollo sociocultural a través del tiempo porque las culturas son “configuraciones resultantes de múltiples contactos culturales tanto del pasado como del presente(Bartolomé, 2006:99)

Siguiendo esta perspectiva, el análisis de los procesos de salud enfermedad y la construcción de perfiles epidemiológicos de acuerdo con las culturas de la salud y sus percepciones sobre la salud y la enfermedad en contextos sociales, políticos, económicos y geográficos, constituyen el primer paso obligado para aproximar un conocimiento sobre los determinantes de los estados de salud de las poblaciones mestizas, negras, indígenas y rom. Lo deseable, es que a partir de estos se puedan planificar las acciones de salud en promoción, prevención, atención y rehabilitación, que posibiliten accesos equitativos en una perspectiva intercultural.

Argumentaciones.

La diversidad sociocultural y las experiencias de las relaciones interculturales en salud no ha podido ser pensada en términos de políticas de salud, -no obstante la existencia del marco institucional que la reconoce-; entre otras razones, por tendencias biologicistas o culturalistas que impiden articulaciones interdisciplinarias, por permanencias teóricas que favorecen miradas fragmentadas que son visualizadas con apariencia de totalidad, por la persistencia de una concepción hegemónica alrededor del proceso de salud y enfermedad abanderada por una  epidemiología positivista que ignora los importantes avances de la epidemiología socio-cultural, y se atribuye el rol de esclarecer la causas de la problemática de salud y enfermedad sobre las que se sugieren las políticas de salud.

La compleja apariencia del “diálogo de saberes”, la mayoría de las veces imposible por el imperativo epistemológico que diferencia “saber” de “conocimiento”. Diferenciación que hace que el “diálogo” entre saberes y conocimiento sea ficticio.

Experiencias conocidas en contextos históricos particulares resaltan la conciencia sobre las posibilidades y los límites de los saberes y prácticas médicas, y cómo sobre estos reconocimientos se promueven las acciones de articulación y complementariedad a la manera de aportes interculturales y no de diálogo de saberes. 

Requerimientos

Se requiere una antropología de la salud que tenga el compromiso de explorar las relaciones de poder inscritas en los procesos de producción, circulación y consumo del conocimiento antropológico, y en esta perspectiva diseñe un abordaje de las culturas de la salud desde principios sustanciales para recuperar el conocimiento de lo local o “epistemologías locales” como dice Bibeau (2001),que permitan construir  las bases de un diálogo interdisciplinario hacia una “teoría general de la salud” como lo propone Almeida Filho (2001).

Se demanda una interrelación de voces históricas -dialogo intercultural-, porque lo deseable en el mundo de las sociedades contemporáneas es el encuentro de los saberes académicos –antropología, epidemiología, otros- con las voces históricas para pensar el proceso de salud-enfermedad como bio-política, donde lo biológico y lo socio-cultural se constituyan en un tejido al servicio de la interpretación de la problemática de las sociedades en relación con la enfermedad.

Propuestas.

Promueve la incorporación de las orientaciones, técnicas y procedimientos de la epidemiología social en el diseño de la epidemiología intercultural para realizar estudios que permitan análisis diferenciados de procesos de salud-enfermedad como son concebidos en las poblaciones; es decir, que además de establecer la prevalencia e incidencia de las enfermedades identificadas por la bio-medicina, también lo haga desde las clasificaciones culturales y cosmológicas de las enfermedades.

Se proponen los ejes conceptuales: cosmovisión, cuerpo humano, sociedad, y salud-enfermedad, para el estudio de las culturas de la salud desde propios marcos conceptuales o cosmovisiones, y así, descubrir las estructuras profundas que sustentan las representaciones sobre cuerpos humanos, salud y enfermedad, para posibilitar las comparaciones e identificar los límites y las posibilidades de los conocimientos y prácticas de las culturas de la salud como insumos esenciales para establecer estrategias de colaboración en perspectiva intercultural.

Notas:

(1) Por “culturas de la salud”, se entiende aquella dimensión - en la cultura de un grupo - formada por un conjunto de conceptos, valores y comportamientos socialmente definidos, que son adoptados para modificar o restituir la salud y que, por lo general, buscan restablecer la relación de equilibrio entre los grupos humanos y su medio ambiente natural y social, al interior de proyectos propios de desarrollo. (Portela, 2000:25).

(2) Por sistema médico  se entiende el conjunto organizado de recursos humanos, tecnologías y servicios, específicamente destinados al desarrollo y práctica de una medicina para la atención de la salud individual o colectiva; es decir, el conjunto de discursos y prácticas quetienen la intención de controlar la enfermedad, sustentado en una forma de pensar específica que da significado al proceso salud-enfermedad. Todo sistema médico tiene los siguientes elementos: las tecnologías (materia médica: drogas, hierbas, agujas o procedimientos), los practicantes, y el sustrato ideológico (conceptos, nociones e ideas) que integra los anteriores y forma parte indisoluble del repertorio cultural de la sociedad (Pedersen, 1991).

(3) A ellas pertenecen sistemas no bio-médicos que presentan variaciones tanto en su práctica como en su discurso con posibles lineamientos generales comunes; no existe un consenso entre ellas que determine una forma de actuar y de pensar homogénea. Las tecnologías principalmente utilizadas no son la cirugía, ni los medicamentos alopáticos, y sus discursos no son los establecidos y legitimados por la academia médica, caracterización que no implica necesariamente oposición. Son medicinas que, en sus técnicas, son reconocidas legalmente en Colombia y en otros países de Latinoamérica.

(4) “Institucional”, “Académica”, “Alópata”, “Científica”, “Facultativa”,  “Moderna”, “Oficial”, son las denominaciones que ha recibido el sistema médico hegemónico. Pero el concepto que la describe con mayor precisión es el de “biomedicina” que hace alusión al particular énfasis - que pone esta medicina en la observación de la salud humana, centrando el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad - en los aspectos fisiológicos y pato-fisiológicos del cuerpo humano ( Baer, et. Al, 1994).